“¿Por qué me comporto como lo hago en las diferentes situaciones de la vida?, ¿por qué no puedo sentirme feliz con lo que hago?, ¿por qué no puedo lograr las metas que me propongo? ¿por qué me siento decepcionado de mis logros? ¿por qué cuando siento que no logré mis expectativas me castigo? ¿por qué destruyo mis relaciones? ¿por qué no estoy tan triste como debería después de la muerte de mi padre? ¿por qué ya no me interesa mi trabajo?”

Estas entre millones de preguntas más rondaban en mi cabeza y empezaron porque al paso del tiempo irremediablemente me pregunté lo que todos nos preguntamos en algún punto de nuestras vidas “¿qué quiero de mí vida?” esta pregunta junto con una situación de nula satisfacción ante cualquier logro, la muerte de mi padre y la constante acción de destruir mis relaciones me llevaron a una terapia de psicoanálisis.

Mi primer contacto consiente con mis emociones fue tan fuerte que por un breve momento pensé que era más fácil dejar de existir que continuar sintiéndolo, sin embargo, también fue una liberación ya que por primera vez en muchos años pude sentir sin tener que racionalizar todo y fue así como empezó mi proceso.

Mi terapia comenzó con dos sesiones de entrevistas en donde expresé mi sentir de la forma más directa que pude y de las cuales las palabras que más recuerdo de mi psicoanalista fueron “Esta es una relación medio extraña (refiriéndose a la relación paciente psicoanalista), no es una relación de amistad ni de colaboradores mucho menos familiar, aunque yo (mi psicoanalista) te conoceré mejor que tú familia y amigos. Si nos encontramos un día en la calle o en una plaza no te saludaré, todo esto es porque mi trabajo como tu psicoanalista es cuidar tu mente”. Al final de estas palabras salí igual de confundido de como llegué, pero menos ansioso ya que había hablado de todo lo que me preocupaba en ese momento por lo que tenía una sensación de alivio sin realmente entender a qué se debía.

Así comenzó mi proceso semanal de dos veces por semana en las que puedo hablar de cualquier cosa que tenga en la mente. Con la guía de mi psicoanalista he ido entendiendo mis emociones y lo que hago con ellas cuando las siento.

Siendo honesto éste ha sido y sigue siendo un proceso fuerte que me ha llevado a entenderme como persona de una manera completa con el entendimiento esencial de que no es lo que sientes sino lo que haces con esas emociones lo que realmente importa, pero que como cualquier terapia lleva tiempo.

Para mí, entrar a una terapia de psicoanálisis fue un parteaguas en mi vida de forma tal que me encuentro aquí escribiendo por primera vez un artículo y publicándolo con la idea central de compartir y con la finalidad de que si lees esto y te sientes sobrecargado de emociones te invito a que asistas a una terapia de psicoanálisis.