UNA RECETA PARA EL AMOR

Todos buscamos amor en nuestra vida. Todos.

Desde pequeños buscamos primero el amor de papá y mamá.

Queremos ser vistos, cuidados y amados.

Después queremos ser admirados, apreciados, vistos o amados por nuestros maestros, profesores, amigos, vecinos, jefes, etc.

Por último, todos buscamos a un otro que nos ame y a quién amar, una pareja, una relación.

El amor no es fácil de encontrar y mucho menos de conservar.

Las películas, series e historias que vemos y escuchamos desde pequeños nos enseñan que existe el amor a primera vista, que, con una sola una mirada, un solo beso y un “te quiero” se vive felices para siempre.

Pero una relación es como una receta que necesita de muchos ingredientes:

Cuidado, comprensión, empatía, escucha, tolerancia, paciencia, entrega, confianza, atracción, mucha perseverancia y obviamente amor.

Como cualquier receta, no siempre sale a la primera, uno puede intentarlo una y otra vez hasta lograrlo más o menos bien. Con cada intento uno se vuelve cada vez mejor, domina cada vez más cada ingrediente y va aprendiendo las cantidades necesarias.

Hay veces que uno le echa demasiado azúcar y otras veces demasiada sal y así hasta encontrar la proporción más adecuada.

Al igual que las recetas, las relaciones son variadas y diferentes, nunca hay una idéntica a la otra. Cada persona es diferente y cada relación es un mundo.

Hoy en día con las redes sociales y de comunicación solemos ver las fotos, videos y publicaciones de todos y por lo regular uno postea lo “bonito” que se la está pasando. Esto crea envidia y uno se compara con el otro. “Ellos se ven tan felices, ya se casaron, ya tuvieron un hijo, ya se fueron de viaje, ya compraron un coche, etc..” y creemos que eso es amor y felicidad.

Estamos constantemente pendientes de qué hacen los demás y tratando de seguir sus “recetas” para ser felices en vez de preguntarnos ¿Qué nos hace felices a nosotros? ¿Qué hace feliz a mi pareja?

Que les haya funcionado a ellos no significa que te funcione a ti.

Cada quien hace su propia receta y es única. No sirve de nada mirar a la persona de al lado, su receta es diferente y lo que lleva de ingredientes la suya puede ser muy diferente a la tuya.

 No tengas miedo a crear la tuya. Tal vez te quemes unas cuantas veces y te sepa amargo o feo, pero al final cada intento es un aprendizaje.

Los mejores platillos no son fáciles de hacer, una buena y duradera relación tampoco lo es.

Ojo: No significa que entre más relaciones tengas más experto eres, si siempre haces la misma receta sin cambiar los ingredientes, es decir terminas siempre con el mismo tipo personas, no estás mejorando ni avanzando simplemente repitiendo. Si crees que esto te pasa, es que hay algo que no estás pudiendo resolver. Una terapia puede ayudarte a tener mejores relaciones de pareja y entender por qué estás repitiendo patrones.